Cuando yo empezaba la especialidad de traumatología me llamó un muy buen amigo mío, muy deportista. El trabajaba en Holanda en esos momentos y nadie daba con el diagnóstico de su dolor en el muslo.
Había consultado allí con un montón de traumatólogos, se había hecho ecografías, resonancias y todo tipo de análisis sin resultado. Pablo, que así se llama mi amigo; hacía triatlón; o sea carrera, bicicleta y natación. Cuando llevaba unos minutos corriendo aparecía un dolor tremendo en la parte posterior de su muslo que le obligaba a parar.
Decidió venir a verme a Albacete para que le estudiáramos y le diéramos nuestra opinión. Fue el primer paciente que yo vi con un síndrome compartimental crónico de los isquiotibiales mediales. Se fue con su diagnóstico, que es puramente clínico a su país de residencia por entonces. Pidió una segunda opinión a un traumatólogo de Finlandia que le recomendaron y confirmó el diagnóstico. Se operó y siguió con sus maratones y sus triatlones.
Desde aquel primer año en el que yo hacía traumatología he visto algunos síndromes compartimentales más en diferentes localizaciones, generalmente en las piernas. Siempre me acuerdo de Plácido, uno de los traumatólogos que me formaron allí; cómo me dijo, ” anda, que este muchacho, venir de tan lejos!…